El ciclo de César Farías como seleccionador dio su vuelta final. El anuncio del técnico llegó a través de las redes sociales, su vínculo con la opinión pública desde que en octubre dirigiese por última vez contra Paraguay. Hasta en la despedida dejó su impronta: envió la carta de renuncia al país antes que a sus jefes y convocó a los medios para librar una nueva batalla en el terreno que más conflictos le dio en los seis años de recorrido como DT vinotinto.
En la misiva hubo mucho de diplomacia. La necesidad de hacer un buen cierre, sin heridas abiertas, le dio al texto todo el empaque corporativo y emocional que el momento ameritaba. La rocambolesca trama vivida desde el final de las eliminatorias llegó a su punto culminante cuando la Federación proclamó que solo fijaría posición sobre la gestión de Farías a finales de enero. Tensada la cuerda de las negociaciones, el técnico quedó obligado a pronunciarse.
Fueron semanas de incertidumbre para la nación futbolera. También de múltiples especulaciones ante la falta de información. El entrenador estuvo esperando por un diálogo que se hizo difícil y poco accesible. La dirigencia pretendía que el paso de los días jugase a su favor. Finalmente, la fuerte oposición de algunos de los compañeros de directiva de Rafael Esquivel, reacios a la continuidad de Farías, terminó por construir un entorno desfavorable para el preparador cumanés. Esa fue la razón nuclear del fin de la relación.
El viernes en la noche, horas después de culminada la reunión de directorio, Esquivel y Farías conversaron por teléfono. En esa charla el técnico le comunicó a su superior que daría el paso al costado que estaba esperando. Hubo alguna mención al contrato y la forma de rescindirlo. Incluso el ofrecimiento de devolver parte de lo percibido por el mes que corre. Nada formal, todo de palabra. La renuncia llegó ayer en la mañana a la sede de la FVF para cumplir con el formalismo.
En las conversaciones entre dirigentes sostenidas la semana pasada en Porlamar, asomaron todos los nombres que se barajan para la sucesión. Desde adentro, cada quien defiende a su candidato sin que de momento haya una determinación. Los argumentos para buscar una opción en el exterior se han desmoronado con la sola mención de los montos. El nuevo timonel saldrá del campeonato local y quien ha visto más pulgares levantados cuando se le ha mentado es Eduardo Saragó, actual mascarón de proa del Caracas.
La intención de los jerarcas del fútbol venezolano es esperar acontecimientos. Medirán la comparecencia de Farías ante el periodismo para posicionarse. Salvo cambios imprevistos, no habrá designación hasta mayo de 2014 y, de aprovecharse la fecha FIFA de marzo, la misma contará con la conducción de un estratega interino designado para la ocasión. El principal aspecto considerado para esta decisión, que abrirá la caja de los truenos, es que la designación del próximo conductor de la selección no signifique un perjuicio para los clubes. Tanto Saragó como Noel Sanvicente y Richard Páez, los nombres que conforman el tridente de aspirantes, tienen contratos en vigor con sus respectivos conjuntos.
Las negociaciones futuras tendrán algunos condicionantes. Por un lado, los acuerdos económicos estarán vinculados a la firma de nuevos contratos de patrocinio. Las empresas asociadas a la selección han ofrecido también su punto de vista en toda esta coyuntura. De otra parte, a quien llegue solo le permitirán incorporar, como parte de su grupo de trabajo, un asistente y un preparador físico de su confianza. Quien acepte esas condiciones tendrá parte del camino ganado en esta ginkana para ocupar la vacante dejada por Farías.
A contramano de la visión generalizada respecto a las ofertas que tiene para dirigir en el exterior, Farías mantuvo hasta último momento su interés por continuar al mando de la Vinotinto. Solo cuando verificó que ya no contaba con el respaldo de quienes fueron sus valedores en todo este tiempo, entendió que la vía era dejar el cargo que lo encumbró y facilitar la transición.
La tempestad no cesará. Más bien entrará en otro período de turbulencias. Las críticas arreciarán en los meses por venir hasta tanto no sea envestido aquel que intentará llevar a Venezuela a la Copa del Mundo de 2018. Pero las cartas, marcadas o no, están jugadas y no habrá novedades hasta el segundo trimestre de 2014. Será el primer vacío en la conducción del equipo nacional desde que hace 12 años Richard Páez le diera vida al boom que lo transformó todo.