El destino de la selección sigue siendo materia de análisis y un tema irresoluto sobre el que todavía no hay certezas. La incertidumbre cunde donde hasta hace poco parecía haber certezas. Fuera de la propia dirigencia que no tiene prisas para tomar las decisiones que el país espera, quien forma parte del entorno pudo creer en determinado momento que había encontrado luces. En todos estos meses, distintos nombres aparecieron como “seguros” sucesores de César Farías. El tiempo los ha ido diluyendo.
Varias veces surgieron candidatos en los medios de los que ya se tenían elementos probatorios sobre su designación. Fechas tentativas, exigencias, grupos de trabajo, detalles a los que luego les faltó la confirmación que los convirtiera de rumor en noticia. Es verdad que mucha de esa información fue filtrada por fuentes vinculadas a la Federación, pero el juego periodístico, el “decirlo primero”, fue un peine pisado con frecuencia.
A finales del año pasado Eduardo Saragó irrumpió con fuerza. Semanas después, Ratomir Dujkovic. Y hasta hace muy poco se daba como un hecho que Richard Páez tendría un remake vinotinto. Todos fueron contactados, pero ninguno recibió la bendición de quienes deciden. No hay un solo vocero, aun sabiendo que la autoridad máxima es Rafael Esquivel. Mientras la prensa distrae esfuerzos, las piezas del entramado se siguen moviendo. Como quien negocia con el mazo de cartas en la mano, sabiendo que el tiempo actúa como aliado, la dispersión permite que paralelamente se den pasos en una dirección contraria a lo que la comunidad futbolera percibe.
La postergación del veredicto ha dado lugar a constantes cambios. En el camino surgieron variables que modificaron drásticamente el panorama. Una de ellas, la infausta jornada 7 del actual torneo Clausura. En un sentido y en otro, la coyuntura del país que llevó a que los futbolistas profesionales decidiesen no participar de la fecha, generó un acercamiento entre las autoridades federativas y el Gobierno Nacional.
Al mismo tiempo, determinadas posturas asumidas en esos días, provocaron cambios en la línea del proceso de designación que pudo haber entronizado a quien, hasta el momento, ha sido el postulante más fuerte del medio local para asumir la conducción del seleccionado.
Con una posibilidad clara de recibir recursos en tiempos de profunda crisis económica, la realidad hoy es que estamos más cerca de la opción de un entrenador extranjero. Alguien de aceptable perfil y recorrido. Cuyo nombramiento tendría un efecto inocuo en este período de tensión política.
No es falso que haya habido contactos, directamente o a través de intermediarios, con técnicos como Marcelo Bielsa o Carlos Bianchi. En esos tanteos se desprendieron intenciones y cifras. Ninguno de los dos estuvo nunca al alcance, por lo que el listado se redujo y en este momento apunta en dos direcciones: Ricardo Gareca, ex preparador de Vélez Sarsfield en Argentina, y Eduardo Berizzo, asistente de Bielsa en la selección chilena que disputó el Mundial de Sudáfrica, quien hoy dirige al O’Higgins chileno que participa de la Copa Libertadores de América.
Ambos, por coincidencia, aparecen como alternativas para dirigir a Universidad de Chile. El primero está en libertad desde que culminó su vínculo con Vélez en diciembre de año pasado; el segundo tiene contrato hasta junio con su actual club y, como detalle interesante, trabaja con el preparador físico Pablo Fernández, conocedor del fútbol venezolano por su experiencia en Táchira, Caracas, Mineros y Petare.
O’Higgins, cuadro del que fue goleador Giancarlo Maldonado y en el que jugó Richard Blanco con Berizzo como DT, es presidido por Ricardo Abumohor, conocido dirigente chileno que compartió directorio con Esquivel en la Conmebol.
La determinación, en todo caso, se postergará algunas semanas más. Es probable que Manuel Plasencia dirija algún otro amistoso en mayo y que sea después del Mundial de Brasil cuando se conozca el nombre del nuevo timonel de la selección, con la idea de que inicie su gestión en agosto de este año.
Nada está cerrado, ni siquiera la posibilidad de que alguien como Noel Sanvicente reciba la oportunidad para la que le sobran méritos. Pero hoy, si el prometido respaldo llega, habrá que habituarse a un acento distinto al venezolano cuando el advenido seleccionador declare.