22/10/2014
Luis Revilla.-
Hay una razón básica por la cual casi ningún equipo del planeta presiona consistentemente la salida del rival hombre a hombre, a campo completo: es muy arriesgado. Si el contrario logra superar esa presión, atacará el arco con igualdad numérica y mucho espacio; una situación límite que no es fácil de gestionar. Pero la Roma es la Roma y Guardiola es Guardiola.
El equipo de Rudi Garcia ya ha confirmado en esta incipiente temporada las sensaciones positivas que generó en la anterior, primera del entrenador francés en la capital italiana. La Roma practica un fútbol muy bien logrado, basado en una posesión de balón paciente, tejida pase a pase desde el fondo hasta el terreno rival, donde arremete con toda clase de triangulaciones, rupturas y rotaciones. Pocas veces cambia el guión y, a decir verdad, pocas veces ha necesitado optar por fórmulas aéreas y directas: los romanistas, que tampoco cuentan con delanteros-boya para bajar balonazos, juegan bien y superan a la mayoría de sus adversarios.
Ante el refundado Bayern de Pep Guardiola y Xabi Alonso, los italianos pretendían más o menos lo mismo de siempre: tomarse su tiempo abajo y ser agresivos arriba. No saben hacer otra cosa y Pep, un genio casi incomparable en la disección del rival, lo castigó sin piedad.
Lewandowski y Müller contra Manolas y Yanga-Mbiwa, los centrales. Götze, Lahm y Alonso contra De Rossi, Nainggolan y Pjanic, los mediocampistas. Arjen Robben contra Ashley Cole, el lateral izquierdo. Bernat contra Torosidis, el derecho.
Para combatir la amenaza de los veloces Gervinho e Iturbe, Guardiola dispuso una línea de 3 centrales igual de veloz y mejor coordinada. Alaba, Boateng y Benatia (con la esencial colaboración de Alonso) completaron un ejercicio casi impecable a 50 metros de Neuer, donde Totti no es tan peligroso a sus 38 años de edad. Encimado oportunamente en cada contacto con el balón, il capitano ni siquiera pudo hacer de lanzador al espacio.
La Roma no tuvo respuesta. Sus jugadores trataron de juntarse, de echarse una mano abajo, pero cada hombre que sumaba en salida no hacía más que atraer a su marca hacia el área de De Sanctis. Así se acumularon las pérdidas y el Bayern se instaló en campo rival, donde los locales no tuvieron la estructura ni el talento defensivo para contener a Götze y compañía entre líneas, o a Robben, para quien Guardiola fabricó muchísimo espacio sobrecargando la banda contraria. Fue otro detalle mortal en un concierto de pressing y gegenpressing, digno de un maestro como Pep en la boyante escuela alemana.
Video: De Sanctis, portero de la Roma, descubre que el Bayern marca hombre a hombre arriba. No tiene compañeros libres.