144 minutos de estrategia

El ajedrez suele servir como analogía para explicar el fútbol. Fuera de tópicos, el asunto remite a la táctica y la estrategia, herramientas trabajadas por todos los entrenadores pero que, en casos como los de Louis Van Gaal y Jorge Luis Pinto, alcanzan niveles altísimos de elaboración. Sus prototipos se enfrentaron en Salvador de Bahía, protagonizando uno de los partidos más ricos en registros y conceptos que ha dejado esta Copa del Mundo.

Pinto y Van Gaal fueron Kárpov y Kaspárov, ajedrecistas que simbolizaron una rivalidad extendida por más de una década. Representantes de estilos distintos, asociados políticamente a la Unión Soviética que fenecía como estandarte del capitalismo mundial (Kárpov) o aquella que enfilaba hacia la Perestroika (Kaspárov), fueron santo y seña del deporte ciencia. Sus más de cien partidas resultaron memorables, lecciones de alto nivel en el arte de atacar y defender.

El colombiano construyó un monumento táctico de valoración superlativa en la relación calidad-beneficios. Su pieza de orfebrería despidió del Mundial a tres campeones del mundo y uno de Europa. Ninguno pudo descifrar su mecanizado ejercicio defensivo, un engranaje casi perfecto de movimientos, ayudas, presión y gestión del espacio que, como estadística notable, logró generar en sus rivales hasta 39 fueras de juego en cinco presentaciones. Se ubicó en el grupo de los ocho grandes con menos remates al arco que los otros siete. A Pinto podrían darle un dólar que con eso abriría y haría próspero un fondo de inversión.

Costa Rica v England: Group D - 2014 FIFA World Cup Brazil

Al holandés le corresponde el mérito de haber construido un equipo candidato al título, el de mejor rendimiento en Brasil, a partir del acervo en el conocimiento del juego de sus futbolistas, un compromiso a rajatabla con el modelo asumido y calidad en las zonas determinantes. Una mezcla que dio un primer aviso en la goleada a España, cimentó sus opciones desactivando a Chile como no lo hizo nadie y llevó a Costa Rica, la selección que menos opciones concedió hasta los cuartos de final, a un acoso y derribo que debió haberla sentenciado en 90 minutos de no ser por Keylor Navas.

En el partido hubo algunas similitudes en los esquemas y tareas, pero también diferencias en la ejecución. Pinto movió a Campell a la banda derecha y ubicó a Bryan Ruiz de falso nueve. Le dio a Tejeda y Borges, su dupla de gendarmes en el medio, misiones específicas para alejar a Snejder de sus áreas de influencia. Cerró las bandas, armó trincheras para parar a Robben y consiguió que Van Persie entrara en la trampa del offside una y otra vez. Todo un entramado de celajes y laberintos, de coberturas coordinadas e igualdad numérica en los duelos. Una defensa muy bien pensada y estructurada para quien debía jugar con las piezas negras.

Van Gaal salió con tres centrales, devolviendo a Blind al lateral izquierdo, con Kuyt en el andarivel opuesto. El mediocentro, sin De Jong, lo formó con Snejder y Wijnaldum, dos volantes de corte ofensivo que entraron y salieron de su zona para dar el punto de partida a la elaboración o para pasar entre líneas en sectores más avanzados. Dos extremos (Robben y Depay) bien a la holandesa y Van Persie como referencia móvil. Los conceptos para encarar la partida con las blancas fueron claros: superioridad por posesión, mucho movimiento, amplitud para buscar profundidad y cambios de orientación permanentes para encontrar al hombre libre. Que en casi todos los lances fue Robben, la reina en el tablero quien siempre tuvo a tiro el jaque mate.

Louis-van-Gaal-holland

El trámite fue generando otras acciones y modificaciones en los planes iniciales. Ruiz volvió al costado y Campbell al eje antes de terminar el primer tiempo. Depay fue sustituido por Lens en la segunda mitad para generar más dinámica en zona de definición. En un momento del choque, cuando Robben había generado él solo amonestaciones para Díaz, Umaña y González, todo el costado izquierdo de la defensa tica, Pinto movió a su central derecho (Jonny Acosta) hacia ese sector para no quedar disminuido. Sirvió hasta que Robben, en una nueva maniobra, provocó la amarilla también para Acosta.

Antes de la prórroga entró Ureña en Costa Rica para explotar su velocidad y enfrentarlo a los tres sólidos centrales holandeses. Sirvió porque el atacante inquietó en cada pelota larga y acercó a los suyos algunos metros más arriba para evitar el ahogo. Las negras cedían piezas pero mantenían al Rey protegido.

Ya en el suplemento, Pinto llamó a Cubero por Tejeda (su cambio más repetido) para dar aire a su zona. Van Gaal espero a los últimos 15 para convocar a Klaas Jan Huntelaar con dos claros objetivos: levantar centros para aprovechar la única debilidad de Navas (el juego aéreo) y como posible cobrador en la eventual tanda de penaltis. Los centroamericanos respondieron bien en el área y nada se supo de Huntelaar salvo cuando fue amonestado por un foul sobre el arquero.

Pero el súmmum de todas las decisiones, la que resultó el movimiento maestro para inclinar la extenuante lucha de estrategias, fue la sustitución de Jasper Cillessen por Tim Krul para la definición desde el punto de penal. El portero titular en todos los partidos y minutos del Mundial, por un especialista para la suerte desde los once pasos.

Se sabe que Van Gaal trabaja con un grupo de colaboradores interdisciplinarios que no dejan detalle al azar. Y que el técnico no da puntada sin hilo. Su preparador de arqueros, Frank Hoek, es una eminencia en la materia y Krul un especialista que, como dato contradictorio, solo había parado dos de los últimos 20 penales que le habían lanzado. Pero su presencia fue decisiva, adivinando la dirección de todos los remates y deteniendo dos para darle a Holanda la entrada en semifinales.

krul

El ardid vangaaliano alteró el ecosistema del partido. Puso a pensar a los pateadores rivales, llenó de moral al héroe inesperado y añadió centímetros de dificultad para cubrir el arco (Krul mide 1.93 por 1.87 de Cillessen). Una movida maestra que doblegó al oponente en el punto exacto en el que la mente puede doblegarse.

Van Gaal ganó la partida. El mundo no lo está descubriendo ahora, pero bien merece el reconocimiento como uno de los entrenadores que más hizo por revolucionar el fútbol moderno. Muchas veces engullido por su personaje, la vitrina del Mundial lo está reivindicado a ojos de todo el planeta.

Ninguna selección mostró tanto en este camino al título. Por versatilidad, juego, amplitud de recursos y capacidad competitiva, es la mejor vista hasta ahora en Brasil 2014. Fueron 129 minutos de juego, más otros 15 de decisión en los penales. 144 en la sumatoria, como el total de duelos Kárpov-Kaspárov que sirvieron de inspiración a esta nota.

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