Patrones de la pausa

31/03/2014

FutVe

Hay futbolistas que parecen capaces de detener el tiempo. A mil revoluciones, en el fragor del ir y venir, ponen la pausa justa que modifica las dinámicas, cambia la orientación del juego o genera un pase entre líneas que deja al atacante cara a cara con el arquero. No ralentizan el ritmo sino que lo matizan. Añaden arreglos perfectos al tempo interviniendo directamente en la velocidad de la acción. Saber frenar forma parte del manual de los mejores aceleradores.

El lugar común no hace justicia al concepto. Manejar la pausa no remite al gesto que enfría el tráfago del partido. Se trata de un compás más en la partitura, pero al alcance de algunos elegidos. Lionel Messi congeló figurativamente una transición ofensiva del Barcelona en la jugada del gol de Andrés Iniesta contra el Real Madrid en el más reciente clásico. Fueron décimas de segundo, un pequeño cuadro del fotograma apenas captado por la cámara lenta. El instante le valió al mejor del mundo para entender el contexto, advertir el movimiento de los defensores y tocar en el momento justo para dar la asistencia. Una delicia.

De detalles como esos, trasladados a su realidad, se está llenando la carrera de Pedro Ramírez. El volante del Zamora, todavía un talento en formación, tiene el don de los que entienden la esencia del juego. La toma de decisiones del ejecutor determina su condición. Quien mejor elige marca una diferencia respecto a sus pares. El “distinto” nace a partir de esa valentía para asumir riesgos en los momentos clave y saber detectarlos cuando aparecen.

Ramírez fue decisivo en el último partido de su club en la Copa Libertadores frente a Nacional de Paraguay. Intervino con su genio en los dos goles para servir a Juan Falcón y John Murillo. Su aparición fue providencial a partir de una singularidad: saber encontrar la pausa. Las transiciones, concepto que Zamora explota como principal arma ofensiva, pueden terminar en intentos fallidos sin ese espacio en que el habilidoso interpreta movimientos y desmarques para activar la maniobra definitiva.

El Madrid que dirigió José Mourinho representó el contragolpe por antonomasia. Las características de sus piezas invitaban a este tipo de apuesta, más allá de los propios gustos del entrenador. Velocistas, hombres cortados por el patrón del ataque al espacio, propiciaban registros ofensivos vertiginosos, coronados por la excelsa calidad individual de sus intérpretes. Pero la nota distintiva la ponía el alemán Mezut Ozil, abrevadero de la voracidad, maestro en el arte de ser lúcido cuando todos están obnubilados. Dueño de la pausa.

A muchos les cuesta entrar en el sistema. Víctimas de los tópicos, se les califica injustamente si sus condiciones no coinciden con patrones establecidos. Requieren de preparadores que entiendan la importancia de su rol, potencien sus fortalezas y sepan insertarlos en una idea colectiva. Noel Sanvicente lo logró con Ramírez y el provecho para ambos ha sido superlativo.

Del mismo modo como Ricardo David Páez encontró su mejor condición competitiva de la mano de Richard Páez o Wuiswell Isea como parte de los proyectos de Eduardo Saragó. Ambos fueron y son discutidos todavía por el peso de ciertos estereotipos. También por un profundo desconocimiento del juego.

La Vinotinto del último tiempo careció de alguien con ese perfil. Puede que con Pedrito Ramírez la pausa vuelva a ser un valor preciado en la selección.

 FOTO: Miguel Vallenilla

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