El sorteo de la ilusión

06/12/2013

Brasil 2014

La ceremonia del sorteo mundialista comenzó con imágenes impactantes. Nelson Mandela apareció en diferentes fotogramas, con aquella sonrisa singular que ayer se extinguió definitivamente. Fue el mejor presagio y una notable muestra en la capacidad de respuesta de los organizadores que no dejaron escapar el detalle.

Joseph Blatter subió al escenario acompañado de la presidenta brasileña Dilma Rousseff, cuyas palabras, sencillas y emotivas, fueron dedicadas a realzar los valores de su país como organizador. También para elevar las bondades de su fútbol. “Tenemos al mejor jugador de todos los tiempos (refiriéndose a Pelé) y la selección más ganadora de la historia”.

Por la tarima, decorada con los colores vivos que definen la iconografía de la Copa brasileña, desfilaron Pelé y Ronaldo. Marta, la mejor futbolista de la historia, llegó de la mano de Bebeto y Fuleco, la mascota del Mundial, un cachicamo que animó la fiesta con pasos de baile sobre el escenario.

El espectáculo del sorteo está diseñado para la televisión. Sobre la arena blanca de las playas de Costa do Sauípe se levantó una carpa monumental, cuyos andamios dejaban una extraña sensación de provisionalidad. Y de algún modo es así: como ocurre con los circos, el show se instala por unos días y luego todo vuelve a la simple normalidad de lo cotidiano.

La música y los bailes de Brasil tuvieron un peso significativo en los actos. Desde el propio comienzo, las melodías que distinguen a este país fueron abriendo puertas en los corazones. La magia de esos ritmos únicos tiene la maravillosa facultad de acariciar el alma.

Definidos los grupos con Jerome Valcke, secretario general de la FIFA, como maestro de ceremonias, llegó el tiempo de la zona mixta. Allí, divididos en corralitos organizados por grupos, fueron paseándose los entrenadores de la mayoría de los seleccionados clasificados. Solo Oscar Tabárez, convaleciente de una operación de columna, y Miguel Herrera, cumpliendo compromisos en México, estuvieron ausentes en la cita.

Todos fueron analizando rivales, anticipando movimientos logísticos y proyectando posibilidades. En el espacio destinado al grupo E, Reinaldo Rueda tomaba por sorpresa a Luis Fernando Suárez mientras declaraba a los medios. La broma rompió con el protocolo y anticipó el clima que rodeará al partido entre Ecuador y Honduras, duelo inédito entre entrenadores colombianos.

El Mundial ya puede comenzar a imaginarse. Los tópicos abundan, tanto como los “grupos de la muerte”, ya definidos por el periodismo y el gran público. La final de Suráfrica 2010 tendrá su reedición cuando España y Holanda se enfrenten en Salvador de Bahía el 13 de junio. Tres días después, en la misma ciudad, jugarán Alemania y Portugal.

En el grupo D quedaron aglutinados siete títulos del mundo con Inglaterra, Italia y Uruguay como grandes rivales de Costa Rica, el convidado de piedra que volverá a la Copa de la mano de Jorge Luis Pinto. El tercero de los técnicos nacidos en Colombia –curiosamente la selección de ese país, que vuelve al torneo después de 16 años, es dirigida por el argentino José Pekerman– encarará un desafío enorme en Brasil. Rodeado de micrófonos, tuvo tiempo para preguntar por la suerte del Deportivo Táchira, equipo al que dio la última estrella de su camiseta.

La cuenta regresiva a Brasil 2014 comenzó en este lugar paradisíaco del nordeste brasileño. En seis meses la fiesta se extenderá por el inmenso territorio de una nación que al fútbol, invento de los ingleses, le adosó una importante carga emocional que hoy se asume como patrimonio de muchos.