05/12/2013
Los anuncios hechos en Costa do Sauípe por Joseph Blatter y Jerome Valcke, presidente y secretario general de la FIFA, respondieron a ese tono con el que los popes del fútbol manejan su organización. Diplomacia, respuestas cortas que no se prodigan en argumentos, exacerbación de cifras y dimensiones del negocio. Nada que los comprometa o rompa esa burbuja que construyen para protegerse. Eso es la Copa del Mundo, un espacio con su propia ecología, en el que todos son felices por un mes y la basura se barre debajo de la alfombra.
El periodismo lo intenta, que no se diga que no. Pero todo el que maneja a contravía de lo que impone el sistema corre el riesgo de ser enviado a la Siberia diseñada en Suiza: el papel de paria en los grandes eventos, limitaciones para acceder a la información, alejamiento de los círculos de influencia.
Blatter respondió con diplomacia antes de que le preguntasen por la organización de Catar 2022. Desde hace meses, la FIFA recibe denuncias públicas respecto a las duras condiciones en las que trabajan los obreros. Varias muertes en las construcciones que adelantan nuevos estadios han llamado la atención de voceros internacionales. El presidente, inalterable, proclamó que “las autoridades cataríes han comenzado a modificar sus leyes laborales y levantar viviendas para los trabajadores”.
Todas las repreguntas sobre el tema recibieron idéntica respuesta: “Haremos un análisis de la situación”.
Valcke, su mano derecha, ha tenido que encarar dificultades en la organización del próximo Mundial. La lentitud en el avance de los escenarios, con la reciente mancha de las fallas en Sao Paulo, ha sido su principal dolor de cabeza. También los reclamos sobre corrupción que surgieron desde distintos sectores de la sociedad brasileña.
“El único estadio que se culminará a mediados de abril será el de Sao Paulo (la Arena Corinthians)” proclamó Valcke, a lo que Blatter asintió. Poco qué decir respecto a las razones de los atrasos. Tampoco es una novedad ni las consecuencias de organizar el torneo en el Tercer Mundo. Hace cuatro años hubo dificultades similares y en Italia 90 todavía se apuraban las labores con el Mundial en marcha.
El asunto de los ingresos sí fue anunciado con toda la parafernalia del caso. La Copa brasileña le reportará al campeón 35 millones de dólares, 25 al subcampeón y casi 400 a repartir entre todos los participantes. Cada selección, solo por cumplir con la primera fase, recibirá 4 millones de la moneda estadounidense, más 1,5 para cumplir con la preparación. Cifras que reflejan la dimensión del negocio que maneja la máxima casa del fútbol.
La comparecencia de las autoridades dejó otros anuncios, como que por ejemplo las Copas del Mundo Sub 20 y Sub 17 de 2017 serán en Corea del Sur e India, respectivamente, mientras que las versiones femeninas, programadas para 2016, se celebrarán en Sudáfrica y Jordania.
El intercambio con los medios no se extendió más allá de una hora. Los fastos del Sorteo exigían de la atención de quienes reeditarán en esta localidad la subida de telón que, cada cuatro años, construye la ilusión de millones de personas en el planeta.
Foto: UOL Brasil